martes, 26 de noviembre de 2013

Motivos para estar orgulloso de tu hijo

Noviembre 2013 (c) Celia Ramón Wyser
El amor de madre (y de padre) abarca mucho y hasta el más nimio detalle o la mueca mas ridícula nos parece el éxito más rotundo viniendo de nuestro hijo. Y ya se sabe, los nuestros son los más guapos, los más listos y los más buenos del mundo mundial. Sí, la objetividad no forma parte de la maternidad, por mucho que nos saquen de quicio en muchas ocasiones y vivamos contra las cuerdas y en una especie de montaña rusa de risas, cariño, enfados, riñas, cuentos, lecciones, canciones, más lecciones... Agotador, intenso, bonito... Todo eso, y más, ya lo sabemos. Y brasa, muy brasa, para los pobres sufridos que nos aguantan. Pero eso también es amistad. 

A pesar de todo, sin embargo, quiero reivindicar el valor del reconocimiento, de un buen alago a tiempo, de demostrar el orgullo que sentimos por nuestros hijos y especialmente ante ellos, a la cara y sin esconderse. Quizá a los españoles a los que ver esas escenas de película américana en que se dicen todo el rato y sin pudor "te quiero" nos produce un poco de empacho empalagoso, no nos vendría mal saber sacar más a pasear las alabanzas y no sólo las puntillas de los defectos y el "está bien, peroooo". Después de todo estamos educando personas, y hay valores y cualidades tanto o más importantes que ser obediente o el mejor estudiante del mundo. 




Anoche vi iluminarse los ojos de una amiga ante la llegada de su hija, ya toda una mujer hecha y derecha, una niña a veces difícil y una adolescente que fue, como podéis suponer, más o menos insoportable. Pero igualmente, no importa, el orgullo se le notaba, como se dice, se le caía la baba cuando la vio llegar. Y me ha hecho pensar lo mucho que hablamos las madres del parque sobre los niños de dos a cinco años. Hay de todo claro, no todo son lindezas, hay mucho de desahogo y peticiones de comprensión o de consejo. Pero también hay un asombro constante por los descubrimientos que hacemos de la evolución del ser humano. Es increíble observarlo en primera persona y es difícil no sentirse orgulloso. Y he pensado que estaría bien hacer una pequeña lista de esos pequeños logros que me hacen sentir admiración por los gemelos, y que quizá sean también las cosas de las que te sientes admirado por tu propio hijo. 
[Pequeña pausa para la publicidad: hete aquí que mientras escribía esta líneas muy ufana y contenta con la maravillosa tarde que estamos teniendo los tres, ¡PAM! Debacle. Que sí uno le quita no sé qué a su hermano, que si el otro llora como si estuviera en el matadero y luego le pega un empujón, que le devuelve con gritos, que tiene por respuesta más llantos, que acaba en "ahora te quito yo tu juguete"... Y de pronto he perdido el hilo de mi orgullo de madre. Grrrrrr. En fin, volvamos a la lista obviando esta pausa publicitaria. Zapping.]

Cosas "objetivas" que me hace sentir orgullosa de mis gemelos:

Noviembre 2013 (c) Celia Ramón Wyser
  1. Es renconformante ver cómo los dos mellizos son tan sociables y hacen amigos con facilidad. Siendo los dos muy diferentes -Pol en plan líder de los juegos y algo "rústico", como dice el profesor, e Izan más calmado y reflexivo- ambos juegan muy bien juntos, separados, individualmente,con amigos comunes y cada uno con sus amigos especiales. 
  2. Me gustó muchísimo el día que Pol demostró que piensa en los demás desinteresadamente: estuvo toda la tarde buscando una hoja de árbol lo suficientemente bonita y adecuada para regalársela a su nuevo amigo Iu de la escuela que esa mañana había perdido la suya en el patio. 
  3. Me quedé maravillada el día que Izan el dejó su juguete favorito del momento a su amiga Ariadna que se iba triste porque no quería regresar a su casa. 
  4. Me encanta cuando encuentran amiguitos por la calle y están deseando invitarles a jugar, a cenar e incluso a dormir en casa con sus juguetes. Y es que tiene muy aprendido lo de "hay que compartir". A mi me pone en compromisos a veces raros, pero es divertido. 
  5. Me gusta ver jugar a Izan y a Pol juntos inventando mil historias y aventuras en que se mezclan todo tipo de personajes y situaciones reales e imaginarias. Tienen una relación de amor-odio-más-amor tan intensa que es difícil a veces seguirles el ritmo.
  6. Me encanta que una simple caja dé tantísimo juego como para que pueda pasar de ser una casa a un castillo, una tienda de campaña, un contenedor de basura, un tren, un hospital y un barco pirata. 
  7. Me gusta la delicadeza de Izan, sus arrumacos, las caricias que prodiga para decir buenas noches.  O como te coge de la mano por la calle buscando calor. Es sensible, para bien y para mal, pero es precioso cuando se muestra sinceramente preocupado por su hermano y lo defiende "a muerte" incluso de las broncas que le vienen dadas porque le ha molestado a él mismo, de la preocupación que tiene por mamá si está enferma o por papá si se ha dado un golpe en el pie, por ejemplo. 
  8. Me alucina la locuacidad de los dos. Pol explicando todo a los cuatro vientos e Izan más bien en la intimidad, en el tú a tú. Me tiene muy sorprendida cómo dominan el idioma, los tiempos verbales, las conjugaciones, el,catalán, el castellano y el francés. 
  9. Y la amplitud del vocabulario, me parece asombroso: Hoy mismo les he escuchado mientras jugaba a inventarse e interpretar un mapa del tesoro. "Hay que cruzar el montículo", ha dicho Pol. Frase digna de aquel "vámonos por este senderito" de Izan este verano. 
  10. Me encanta ver como dominan su cuerpo. Como saltan, suben, bajan, trepan, se cuelgan, se arrastran, con una agilidad que ya quisiéramos muchos. Los dos son hábiles, pero la capacidad de Pol para retar al peligro no es apta para madres cardíacas. 
  11. Me gusta que a Izan, especialmente, y a los dos en general, les guste cocinar y les dé curiosidad participar en la cocina. 
  12. Disfruto viendo a Pol siendo sincero hasta límites casi inadmisibles para la buena educación, del estilo "tú culo es gordo para este water". Pero con gracia, sin maldad. 
  13. Me hace gracia cuando intentan hacer pequeñas trampas para alargar el momento de irse a dormir, hacer que les arrulles y tapes dos y tres veces seguidas con excusas como "se me ha salido el pie y no sé taparme" o cuando directamente se levantan para pedir otro beso más de buenas noches. Son sus pequeñas estrategias para conseguir su objetivo. 
  14. Me encanta que cada vez intenten más y más negociarlo todo con argumentos. Sencillos o muy raros, pero argumentos al fin y al cabo. Es cansado, cierto, pero me parece muy bien que no se resignen, que luchen por lo que creen justo o quieren y que no lo hagan a grito pelado o por la fuerza bruta (no siempre) y que sin embargo lo argumenten, negocien entre ellos, negocien conmigo e incluso hagan alianzas cediendo uno o ganando los dos. 
  15. Y me gusta que sepan pedir perdón. Aunque cueste alguna rabieta y morros. Lo que nos cuesta más es aceptar las disculpas de los demás. Pero también estamos en ello. 
  16. Y en cualquier caso, me encanta lo rápido que olvidan los enfados, sin rencor ni rencillas. Lo rápido que pasan del llanto a la carcajada (aunque estemos hablando de media hora larga, la cuestión es que cuando desaparece el enfado, desaparece del todo). 
  17. Y lo mucho que predomina el ser feliz por encima de todas las cosas. Espero que al irse haciendo adultos sepamos cómo evitar que pierdan esta tendencia innata a la felicidad y que incluso aprendamos de ella. 

Y aunque todo esto parezca poco importante e incluso alguien pueda decir que no es para tanto destacar los pequeños logros de nuestros niños, que es una exageración o que eso es caer en el mimo excesivo y la falta de crítica constructiva, la verdad es que pienso que solemos remarcar más lo negativo que lo positivo. Que también está bien reconocer lo que se hace bien y las cualidades que se tienen. Que los pequeños logros son importantes para tener buenas bases para los grandes éxitos. Y que lo que nos parece poco importante a nosotros, para ellos habrá sido seguramente todo un aprendizaje que bien vale un reconocimiento. Después de todo premiamos mucho las buenas notas, el esfuerzo en los estudios y el trabajo, las posiciones sociales... Cosas de mayores... Cuando en realidad, en la vida, es mucho más importante, a mi entender, ser una persona con principios, empática, simpática, sociable, que cuida de los demás y se sabe dejar mimar, que sabe expresar y gestionar sus sentimientos, que perdona y sabe reconocer sus errores, que es luchadora, activa, y que se quiere. Sobre todo que se quiere mucho, para poderse dejar querer. 

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