sábado, 5 de noviembre de 2011

Reconocer a la familia cuando está lejos

Pol e Izan tienen familia repartida por todas partes, desde Ibiza hasta Suiza, pasando por Córdoba y Montilla. Desde el principio estuvimos pensando cómo hacer para que su relación con ellos fuera lo más cercana posible para que desde bien pequeños reconocieran a sus abuelos, tíos, primos y una larga lista de amigos.

Las vídeoconferencias son una buena solución, sobretodo para aquella tía que vive en el extranjero y que echa de menos a sus sobrinos. A ellos en realidad les causa entre indiferencia y miedo. Esas voces que salen de una pantalla y esas imágenes, a veces borrosas, saturadas de luz o desincronizadas con lo que se dice, no les hace mucha gracia. Hubo un momento en que les interesaba más lanzarse a tocar el teclado del ordenador, ¡eso sí es diversión! Ni que decir tiene que cuando el que está al otro lado de la pantalla son papá o mamá, el disgusto es mayúsculo. ¡Tanto cuando aparece y no se le puede tocar ni les puede coger, como cuando cuelga y de pronto no está más! La verdad es que no lo entienden mucho todavía.

En una inspiración divina, compramos un libro de tela de Imaginarium a rellenar con fotos de la familia y en el que se podía grabar un mensaje de voz de la persona en cuestión. Está muerto de risa sin fotos ni sonido. Para empezar, no había páginas suficientes para poner a tanta familia como tenemos y para acabar los pocos sonidos que conseguimos reunir o se oían muy mal y daban terror o se acabaron borrando porque los niños tocaron el botón de grabar de nuevo en vez del de reproducir.

Poner fotos en un álbum de aquellos de bolsillos de plástico tampoco funcionó, ¡arrancaban las hojas, qué divertido! Así que finalmente hemos dado con la solución: un álbum de fotos digital con páginas gruesas como las de los libros de los niños pequeños con fotos bien grandes de toda la familia. Pero como las buenas ideas llegan antes que el tiempo para realizarlas, el álbum está en construcción y mientras ellos se han aficionado a reconocer a su familia en un álbum más delicado que fue un regalo para papá y que, de momento y después de un mes, sigue vivo en manos de dos gemelos de tremendos diecisiete meses. Todo sea porque los pequeños les dediquen grandes sonrisas y abrazos a los abuelos y demás diáspora familiar en el exilio de nuesta casa gemelar.

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